Murió Mercedes Sosa, voz de los silenciados que desafió a la dictadura

  • Declaran duelo nacional en Argentina para rendir homenaje a la cantante
  • Se fue en un amanecer de primavera, como deseaba, dijeron sus familiares y pidieron despedirla cantando
  • Perseguida por la censura, lanzó Hasta la victoria, uno de sus discos de mayor contenido social
Stella Calloni
Corresponsal

Argentina, 4 de octubre. Esta madrugada, rodeada de familiares y amigos entrañables, en paz y serenamente, murió Mercedes Sosa, la cantante argentina con mayor reconocimiento local y mundial. Argentina se quedó sin voz, fue el primer anuncio de un final que, aunque esperado en los pasados días, nadie quería aceptar.

Se fue en un amanecer de primavera, como hubiera deseado, dijeron sus familiares, quienes al difundir la triste noticia estaban rodeados de decenas de músicos, cantantes, periodistas, amigos que habían efectuado una vigilia, mientras miles de personas realizaban una cadena de oraciones por el milagro que suponía recuperar a quien todos llamaban cariñosamente La negra Sosa.

Al mediar la tarde en el Congreso, donde son velados sus restos, decenas de artistas y amigos comenzaron a cantar acompañados por el público, para responder así a la petición de la familia de que se la despidiera cantando. La emoción era incontenible. Una vigilia de canciones despide a Mercedes Sosa, a quien el país llora.

La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, a quien acompañó junto a otros importantes artistas en un concierto en la Plaza de Mayo, en diciembre de 2007, declaró duelo nacional en homenaje a la cantante. La mandataria llegó esta noche al salón del velatorio acompañada de su esposo y la mayor parte de su gabinete, quienes se unieron a la concurrencia para corear una de las canciones de Mercedes Sosa, la presidenta no pudo contener las lágrimas y se retiró a un salón adjunto donde se encontraban familiares de la intérprete.

Miles ante el féretro

Miles de personas desfilan ante su féretro en el Salón de los Pasos Perdidos y desde muy temprano las colas son interminables. Este lunes sus restos serán cremados y sus cenizas esparcidas en su tierra natal, la provincia de Tucumán, en esta capital y en Mendoza, tres lugares muy queridos y significativos en su vida.

En un comunicado, su familia expresó que la voz de Mercedes Sosa llevó siempre un profundo mensaje de compromiso social a través de la música de raíz folclórica, sin prejuicios de sumar otras vertientes y expresiones de calidad musical. Su talento indiscutible, su honestidad y sus profundas convicciones dejan una enorme herencia para las generaciones futuras.

Su hijo Fabián Matus, junto a los nietos, hermanos y sobrinos de la cantante pidieron recordarla cantando.

El cantautor Víctor Heredia expresó que ella fue sin duda la voz, la inmensa voz de los silenciados, de los que no la tenían durante la pasada dictadura militar que la condenó al exilio en Madrid y París.

Evidentemente afectado, dijo que daba fe de lo doloroso de su exilio, desde donde luchaba por recuperar el espacio democrático. Le dolía el país de los desaparecidos. Ella estaba tan dolorida que aunque tenía un gran éxito y la adoraban adonde iba no podía disfrutar como artista esos éxitos. Su necesidad era volver a Argentina. El dolor era tan grande que a veces se asfixiaba de pena. Eso fue lo que le hizo un daño irreversible. Su sensibilidad herida se mostró en su cuerpo.

Desde todo el mundo llegan mensajes, tanto de autoridades y personalidades como de organizaciones populares que la llaman la gran voz de América Latina.

Mercedes Sosa fue de una admirable generosidad, una de sus cualidades más importantes; abrió las puertas a todos los nuevos cantantes y músicos que iban apareciendo. Sus últimos trabajos discográficos: Cantora 1 y Cantora 2 son un símbolo de esa generosidad. Elegía canciones para hacer conocer a otros cantantes y poetas en el mundo.




He vivido volando como un pájaro, pero en aviones, lo que nunca me gustaba demasiado y a veces necesitaba descansos que no tuve. Nunca soporté la injusticia sobre los pueblos y elegí cantar para todos. Yo creo que fui una cantante reconocida porque hice esa elección, si no, hubiera sido una más. Pero elegí cantar lo que sentía de impotencia ante cualquier tipo de injusticia y porque nunca me encasillé en nada que me quitara esa libertad de amar a los pueblos del mundo, nos dijo a un grupo de periodistas y amigos en una charla reciente, al salir de un festival, donde miles la aclamaron.

Para mí el exilio fue un corte, algo que se rompió dentro mí. En todo el mundo pude cantar y hablar. Me hicieron reconocimientos inolvidables, pero cuando volvía a la casa, a los lugares donde vivía, me atrapaba una soledad muy grande, muy intensa y una gran impotencia porque nadie podía parar el terror en mi país. Siempre dije que eso me comenzó a comer el alma y el cuerpo. Sufrí de lo que llamaron depresión encubierta y eso me llevó a enfermedades graves en algunos momentos. Pero nunca olvidaré cuando volví después de tanto tiempo afuera (en 1982) y me recibieron miles de personas que aún desafiaban a la dictadura. Y canté y fue uno de los conciertos más hermosos que recuerde, dijo entonces.

Ella no se fue. Podremos escucharla siempre, porque esa voz jamás se perderá en nuestra memoria y en la memoria de los pueblos, declaró el músico Juan Falú. Sus primeras apariciones como cantante fueron en Mendoza, donde a mediados de los años 60 del siglo anterior formó el movimiento del Nuevo Cancionero, junto al ya fallecido poeta Armando Tejada Gómez; su esposo entonces, el músico Manuel Óscar Matus, y otros compañeros decididos a renovar las expresiones artísticas del folclor y también darle un contenido social con belleza.

Canciones con fundamento, su primera producción

Apareció entonces su primer disco en un trabajo independiente, Canciones con fundamento, pero desde que cantó en el festival de Cosquín, en Córdoba, el más importante de música folclórica y su voz impactó, comenzó su verdadera carrera que la llevó por el mundo.

Grabó 40 discos. En 1972, perseguida por la censura de los militares, dio a conocer Hasta la victoria, uno de sus trabajos con mayor contenido social y luego la Cantata sudamericana, de Ariel Ramírez y el historiador Félix Luna.

En 1976, en plena dictadura, presentó un disco con canciones de Víctor Jara y Pablo Neruda, del cubano Bola de Nieve (Ignacio Villa) y de la peruana Alicia Maguiña, en un gran desafío, que la mostró en toda su valentía.

En 1977 realizó un homenaje a Atahualpa Yupanqui, y al año siguiente, durante un concierto en la ciudad de La Plata, fue detenida junto a más de 300 espectadores y debió irse al exilio, al que puso fin en febrero de 1982.

Por ese recuerdo, por esa mujer de voz inmensa y que nunca dejó de estar en contra las injusticias y no olvidó jamás el sufrimiento de los pueblos, estamos hoy aquí cantando, llorando en música nuestros dolores y nuestro homenaje a la gran dignidad de una artista y una mujer digna, expresó la cantante Teresa Parodi.

Fuente y comentarios: http://www.jornada.unam.mx/2009/10/05/index.php?section=espectaculos&article=a15n1esp

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